miércoles, 27 de julio de 2016

4 apuntes sobre el “préstamo forzoso” de trabajadores en Venezuela; por Ángel Alayón

Artículo escrito por Angel Alayón en Prodavinci.com
Por Angel Alayón | 27 de julio, 2016
Según la resolución 9855 publicada en la Gaceta Oficial, en Venezuela el gobierno nacional ahora puede decidir “insertar temporalmente” trabajadores de una empresa en otra que esté en proceso de reactivación productiva del sector agroalimentario. Es decir: todas las empresas tienen la obligación de prestar sus trabajadores cuando les sea requerido por el gobierno. La explicación del alcance legal de esta resolución pueden leerla aquí en Prodavinci en un texto de José Ignacio Hernández. Sin embargo, esta decisión tiene implicaciones muy serias y peligrosas en aspectos más allá del legal y deben ser discutidas abiertamente. Aquí apenas algunos apuntes.
1. ¿Dónde queda la Libertad?
Esta regulación es un sistema obligatorio de movilización de trabajadores de una empresa a otra en la cual la voluntad del trabajador ha sido anulada. Bajo este sistema nadie puede negarse a cambiar de empleador, violando una de las grandes conquistas de la humanidad: el libre albedrío, la facultad que tenemos como seres humanos para decidir qué hacer con nuestro tiempo.
Las relaciones de trabajo son (deben ser) decisiones voluntarias basados en la conveniencia mutua. Nadie debe ser obligado a trabajar en un sitio que no desea.
http://prodavinci.com/blogs/4-apuntes-sobre-el-prestamo-forzoso-de-trabajadores-en-venezuela-por-angel-alayon/La resolución ofrece como única garantía en cuanto a condiciones de trabajo del trabajador movilizado la igualdad salarial en la empresa nueva. Esta es una condición limitada y limitante de la relación de trabajo. Los beneficios de trabajar en una empresa en particular van mucho más allá del ingreso mensual neto. Incluye por supuestos los propios términos del contrato, muchas veces ampliado por convenciones colectivas, pero también hay condiciones que pueden calificarse de subjetivas pero no por ellos menos importantes, como el ambiente de trabajo, las relaciones interpersonales y la cultura de trabajo.
2. La visión de los trabajadores como inventario
Esta nueva resolución pone en práctica una visión alienante del trabajo (Karl Marx dixit). Empieza por suponer que las empresas tienen “a su disposición” trabajadores que pueden ser movilizados a otras empresas sin afectar sus propios procesos productivos.
Y esto es no entender cómo funciona una empresa.
Cada trabajador está contratado porque hace un aporte específico al proceso productivo. Desplazar forzosamente trabajadores de una empresa la hará disminuir su producción.
Lo otro sería suponer que las empresas contratan personal que no necesitan, es decir: que pierden dinero de forma voluntaria.
3. Los peligros de la planificación centralizada
En 1958 muchos alimentos se quedaron sin cosechar en los campos de China. Dieciséis millones de campesinos habían sido movilizados hacia las ciudades como parte del “Gran Salto Adelante”, tal como conté aquí en Prodavinci en “Hambre, China y revolución”. Esa cosecha desperdiciada fue el inicio de la Gran Hambruna China, donde se estima que llegaron a morir hasta treinta millones de personas y dos tercios de aquellas muertes han sido atribuidas a decisiones de planificación central como la movilización forzada de trabajadores.
Esto debería ser suficiente advertencia para evitar medidas como las establecidas en esta resolución. Ya la economía venezolana está sometida a una fuerte dosis de planificación centralizada, en especial el sector agroalimentario: controles de precios, control de cambio, monopolio de las importaciones por parte del gobierno y autorizaciones previas para la movilización de productos son algunas de las políticas y medidas que están perjudicando la producción de alimentos. La movilización forzada de trabajadores se suma peligrosamente a estas medidas cuando lo que necesitamos con urgencia es desmontar un sistema de políticas que ha asfixiado a la producción en Venezuela.
4. Trabajo forzoso
Quizás sea necesario recordar la definición de trabajo forzoso que aparece en la Convención 29 de la Organización Internacional del Trabajo:
“Trabajo forzoso u obligatorio designa todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente”
Forzar el desplazamiento de trabajadores de una empresa a otra, sin que medie la voluntad del trabajador, nos devuelve a los tiempos del esclavismo.

lunes, 11 de julio de 2016


Nicolás se militariza



http://www.talcualdigital.com/Nota/127693/nicolas-se-militariza
Maduro volvió a demostrar la escasa seriedad en su propuesta de diálogo un día después del desplante a la AN, cuando casi que ordenó a la oposición atender su llamado

Nicolás Maduro se siente cada vez más cómodo, rodeado de militares. La decisión que tomó el pasado martes de no asistir a la sesión solemne de la Asamblea Nacional para conmemorar el 205 aniversario de la Firma del Acta de la Independencia así lo demuestra. Este gobierno, que se precia de ser una alianza cívico-militar es, cada día que pasa, lo contrario: una alianza militar-cívica, siendo lo cívico cada vez menos perceptible. Y aquí el orden de los factores sí altera el producto. Nosotros creemos que los militares deben regresar a los cuarteles y debe disolverse cualquier alianza cívico-militar.
El discurso del general José Rodríguez Cabello, comandante del desfile, constituyó una patética demostración de la partidización de un sector de la Fuerza Armada Nacional. Habló de quienes se oponen al gobierno de Maduro como integrantes del enemigo interno, tesis que es uno de los pilares de la doctrina de la Seguridad Nacional, lo que trajo tenebrosos recuerdos de los miles de ciudadanos asesinados y desaparecidos por los militares de Argentina, Chile y Uruguay cuando enfrentaron el "enemigo interno". Lo que dijo este general no puede ser tomado sino como una grave amenaza contra todos los demócratas de este país.
En Venezuela, los altos mandos de la FAN violan con el mayor desparpajo el artículo 328 de la Constitución, ese que dice que la institución armada no tiene nada que buscar en el terreno de la política. Lo ocurrido en el paseo de Los Próceres el pasado martes es otra muestra de esta vergonzosa realidad.
Es la primera vez que un Presidente de la República no asiste a una sesión del 5 de julio en el Parlamento.
Hugo Chávez concurrió a esa cita en 1999 a pesar de saber que el orador de orden en esa ocasión, Jorge Olavarria, iba a exponer argumentos que en nada lo favorecían. Recordamos que las palabras de Olavarria molestaron tanto a Chávez que éste ordenó a los militares presentes abandonar el recinto, pero el golpista del 4F escuchó completo lo que el orador le quiso decir.
Claro que eran los primeros tiempos del chavismo en el poder y había que disimular lo mejor posible sus tendencias autoritarias y militaristas. Era un gobierno que se iniciaba y, a pesar de contar con gran apoyo popular, la coyuntura económica no era la más favorable. Convenía demostrar ser algo tolerante.
Hoy las cosas son distintas. El 6D evidenció que la mayoría del país no apoya al Gobierno y la agudización de la crisis política, económica y social que se ha desencadenado permite asegurar que el respaldo a la gestión de Nicolás Maduro se ha reducido significativamente.
Su inasistencia a la referida sesión puso de bulto, además, la poca importancia que el jefe del Estado le da al diálogo que propone. Un mandatario con algún ADN democrático se hubiera hecho presente en el Parlamento y hubiera escuchado lo que el orador dijera. Por cierto que las palabras de Américo Martín no pudieron ser más acertadas.
Sin embargo, Maduro volvió a demostrar la escasa seriedad en su propuesta de diálogo un día después del desplante a la AN, cuando casi que ordenó a la oposición atender su llamado, puso la agenda de lo que se tenía que discutir, volvió a proponer que tales conversaciones se llevaran a cabo en República Dominicana y exigió a los sectores democráticos no poner ningunas condiciones para tal diálogo. Como "demócrata", quedó desnudo.
Nunca se debe desechar la posibilidad de conversar para buscarle salidas a la grave crisis que vive el país. Para que tal diálogo se pueda concretar es imprescindible aumentar la presión en las calles.
Lo ocurrido en la frontera del Táchira, cientos de mujeres forzando su paso a Colombia para buscar comida, es un ejemplo a seguir. Hay que enganchar la exigencia del referendo revocatorio a los problemas concretos.
El desabastecimiento, la inflación, la inseguridad, el desmoronamiento de los servicios públicos debe atarse a la presión por contarse. Maduro y su combo han demostrado que no son demócratas, por eso su derrota debe ser a punta de votos.