lunes, 11 de julio de 2016


Nicolás se militariza



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Maduro volvió a demostrar la escasa seriedad en su propuesta de diálogo un día después del desplante a la AN, cuando casi que ordenó a la oposición atender su llamado

Nicolás Maduro se siente cada vez más cómodo, rodeado de militares. La decisión que tomó el pasado martes de no asistir a la sesión solemne de la Asamblea Nacional para conmemorar el 205 aniversario de la Firma del Acta de la Independencia así lo demuestra. Este gobierno, que se precia de ser una alianza cívico-militar es, cada día que pasa, lo contrario: una alianza militar-cívica, siendo lo cívico cada vez menos perceptible. Y aquí el orden de los factores sí altera el producto. Nosotros creemos que los militares deben regresar a los cuarteles y debe disolverse cualquier alianza cívico-militar.
El discurso del general José Rodríguez Cabello, comandante del desfile, constituyó una patética demostración de la partidización de un sector de la Fuerza Armada Nacional. Habló de quienes se oponen al gobierno de Maduro como integrantes del enemigo interno, tesis que es uno de los pilares de la doctrina de la Seguridad Nacional, lo que trajo tenebrosos recuerdos de los miles de ciudadanos asesinados y desaparecidos por los militares de Argentina, Chile y Uruguay cuando enfrentaron el "enemigo interno". Lo que dijo este general no puede ser tomado sino como una grave amenaza contra todos los demócratas de este país.
En Venezuela, los altos mandos de la FAN violan con el mayor desparpajo el artículo 328 de la Constitución, ese que dice que la institución armada no tiene nada que buscar en el terreno de la política. Lo ocurrido en el paseo de Los Próceres el pasado martes es otra muestra de esta vergonzosa realidad.
Es la primera vez que un Presidente de la República no asiste a una sesión del 5 de julio en el Parlamento.
Hugo Chávez concurrió a esa cita en 1999 a pesar de saber que el orador de orden en esa ocasión, Jorge Olavarria, iba a exponer argumentos que en nada lo favorecían. Recordamos que las palabras de Olavarria molestaron tanto a Chávez que éste ordenó a los militares presentes abandonar el recinto, pero el golpista del 4F escuchó completo lo que el orador le quiso decir.
Claro que eran los primeros tiempos del chavismo en el poder y había que disimular lo mejor posible sus tendencias autoritarias y militaristas. Era un gobierno que se iniciaba y, a pesar de contar con gran apoyo popular, la coyuntura económica no era la más favorable. Convenía demostrar ser algo tolerante.
Hoy las cosas son distintas. El 6D evidenció que la mayoría del país no apoya al Gobierno y la agudización de la crisis política, económica y social que se ha desencadenado permite asegurar que el respaldo a la gestión de Nicolás Maduro se ha reducido significativamente.
Su inasistencia a la referida sesión puso de bulto, además, la poca importancia que el jefe del Estado le da al diálogo que propone. Un mandatario con algún ADN democrático se hubiera hecho presente en el Parlamento y hubiera escuchado lo que el orador dijera. Por cierto que las palabras de Américo Martín no pudieron ser más acertadas.
Sin embargo, Maduro volvió a demostrar la escasa seriedad en su propuesta de diálogo un día después del desplante a la AN, cuando casi que ordenó a la oposición atender su llamado, puso la agenda de lo que se tenía que discutir, volvió a proponer que tales conversaciones se llevaran a cabo en República Dominicana y exigió a los sectores democráticos no poner ningunas condiciones para tal diálogo. Como "demócrata", quedó desnudo.
Nunca se debe desechar la posibilidad de conversar para buscarle salidas a la grave crisis que vive el país. Para que tal diálogo se pueda concretar es imprescindible aumentar la presión en las calles.
Lo ocurrido en la frontera del Táchira, cientos de mujeres forzando su paso a Colombia para buscar comida, es un ejemplo a seguir. Hay que enganchar la exigencia del referendo revocatorio a los problemas concretos.
El desabastecimiento, la inflación, la inseguridad, el desmoronamiento de los servicios públicos debe atarse a la presión por contarse. Maduro y su combo han demostrado que no son demócratas, por eso su derrota debe ser a punta de votos.

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