domingo, 29 de marzo de 2015

Sobre la injerencia imperialista y otros temas.


En nombre de la no injerencia en asuntos internos, muchos regímenes mantienen una violación sistemática a los derechos humanos sin que los ciudadanos tengan defensa alguna. Por supuesto también muchos gobiernos en nombre de las libertades, la democracia y los derechos humanos, invaden países y plagan de daños "colaterales" a sus ciudadanos. Se presenta entonces un dilema sobre si dejar que violen los derechos humanos de los ciudadanos los regímenes autocratas, totalitarios o dictatoriales o los gobiernos presionados por las transaccionales de la energía y la guerra.
Por supuesto ninguna violación a la libertad, la democracia y los derechos humanos debe ser aceptada, y el falso dilema entre escoger el menos malo, viene dado por mantener vigente conceptos de 500 años o más sobre la relación político territorial en el mundo y sobre todo del Estado con los ciudadanos.
Hoy en día se sigue patrones étnicos, nacionalistas y políticos que siguen diseñando lineas imaginarias que pretenden dividir a los hombres en países, continentes y mundos de primera, segunda y tercera, beneficiando así los interese de las oligarquías mundiales y locales de izquierda, de derecha, capitalistas o socialistas, para el usufructo de los recursos naturales y capitales que no tienen fronteras ni humanidad alguna y que bien saben, esas lineas imaginaria solo existen en antiguas invasiones imperialistas de reparto de fuerzas que deberíamos dejar a tras en una verdadera y honesta integración universal que salvaguarde el interés común de la humanidad. Pero los que hoy defienden desde la oposición los nobles valores de la protección al ciudadano, serán los que mañana en el poder se conviertan en los mismos depredadores que pretenden combatir. Mientras tanto la corrupción,  el calentamiento global, el terrorismo y el crimen organizado van diezmando nuestro planeta de destrucción material y humano sin mas fronteras que la que les da la hipocresía de un mundo oscuro, incongruente y asimilado al dinero como fin y no como medio, la de un mundo de la civilización del espectáculo tal como lo plantea Vargas Llosa: "en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal".
Pero no todo está perdido, muchos ciudadanos en todas partes, por su propio esfuerzo, en muchos casos arriesgándose y arriesgando lo que aman, están forjando una sociedad organizada, preocupada y ocupada por su presente y su futuro, que cada vez obtiene más influencia sobre las decisiones burocráticas, que van dando la verdadera pelea por la participación y el poder al ciudadano, al ser humano, a lo que realmente somos: personas, hombres y mujeres sobre un planeta que agoniza.

Da Rin.

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