Sentado en un humilde
taburete, tomando un café y reflexionando para poder entender y despejar una incógnita,
que se ha convertido en lugar común ¿cómo es posible que Venezuela, con
virtudes inimaginables, se encuentre en un estado tan deprimente y con un
futuro tan oscuro que no provoca ni que llegue?. Comienzo a buscar explicaciones y todas llegan a un solo puerto, la Verdad, la
Verdad nunca ha sido un candidato popular, nunca nos ha gustado que nos
planteen solucione basadas en un panorama real, nos quejamos siempre que las
campañas políticas han sido manejadas con ramilletes de promesas, las cuales no
se cumplen, pero el candidato que más promesas haga, tiene la oportunidad de
ganar y si el ganador no las cumple, da
igual, se nos olvida y justificamos su presencia en el panorama político, como
cual herencia ganada, por ser el creador y colaborador de la mentira.
Ciclo tras ciclo, se
repite lo mismo y ¡ay! de aquel que aspire algún cargo político y nos diga la
Verdad, nuestra realidad con soluciones que conlleven al sacrificio, cuyo único
ofrecimiento sea el trabajo, conllevado de la verdadera igualdad de oportunidades
y de justicia, que los servidores públicos no se desvíen del concepto sencillo
que significa su labor: servir a las comunidades, son empleados de la gente y
remunerados con justicia, pero que jamás debieran verse investidos de poder
(abuso de poder) o sea un “afortunado” sobre los demás, que tiene la
posibilidad de obtener facilidades y prebendas que, los que no están tocados
por la espada del poder no pueden tener, entonces ese personaje atrevido por
decirnos la Verdad, obtendrá seguramente como resultado de su atrevimiento, el registro
de un dígito cuando mucho, en los reportes electorales, si corre con suerte.
¿Cuántos estamos dispuestos
a defender la Verdad? ¿Cuántos estamos cansados de creer en las verdades con
intereses personales?, que muchos, aun sabiendo son mentiras, defienden y
justifican para que otros las crean, llevándola a la mínima expresión y verla
hasta el punto de tratamiento psiquiátrico.
Mientras hagamos popular
a la mentira, para mezclillar ineptitud e ineficiencia, seguiremos en un país donde
todos los días no pasará de moda la pregunta con la cual inicié y que se me
vino a la mente con mi primer sorbo de café, café que por cierto ya he acabado,
sin la esperanza de poder tomar una segunda taza, porque la escasez me lo
impide, aunque decir esto puede ser causal de una larga discusión estéril,
debido a que ese término no es la Verdad de muchos, es la mentira disfrazada de
verdad cual carnaval, lo que justifica que estemos en un país con un futuro que
no esperamos con ningún tipo de gusto ni de emoción.
Dixon Ojeda.
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