sábado, 19 de abril de 2014

Jueves santo


Jueves santo.
Estoy llegando de Bejuma (ahora vivo en Aguirre), el frio que esperaba no está, quizás porque llego con una dosis de alcohol que le prohíbe a cualquier sentido expresar su verdad, parece que fuera parte del PSUVE de los puntos rojos y, no de una familia que ha tenido grandes dificultades y todos los días trata de que en el desayuno no vuelvan a servir arepas, a veces también nos hace falta otra cosa que ni siquiera sabemos.
Fue un día nada cotidiano, después de tener una tertulia con mis inestimables amigos, Alejandro y Reyes, sobre el dialogo que se lleva a cabo en Venezuela, o más bien, sobre la cháchara del gobierno y unos políticos que tratan de graduarse (a pesar que que los chamos los rasparon en casi todas las materias: moral, ética, honestidad, congruencia y perinola), me encuentro con unos conocidos de infancia, que pretenden decirme, mientras me brindan y brindan tercios de cerveza negra, escondidos y escuchando ballenato a medio volumen para que no nos descubran, porque hay ley seca, que ellos están resteado con la revolución, y que frente a la guerra económica, están dispuesto a todos, hasta de que sus mujeres sepan, que el imperio, a través de la Polar, los tiene sometidos y conspirando. En el local diviso a varias modelos que me invitan a ser un bebe amamantado nuevamente,  pegadas a la pared en papel periódico, pareciera que no saben de crisis, dan envidia, en excelentes condiciones físicas se ríen, como burlándose a lo lejos de nuestras impotencias, se ríen de saber que todo, incluyéndolas, es una falsa. Me sirven un arroz con chiguire como parte de la puesta escena que me sorprende. Son sardinas, tan bien  cocinadas que desencajan, parecen extraídas de cien años de soledad, brutales, fascinantes, pero venidas de nuestra realidad mágica, como añorando a Gabriel que se nos acaba de ir.
Después de  seis tercios, casi al borde de la estupidez, me rescata mi amada Ivette, me pide que la invite unas arepas, para sutilmente hacerme comer, con la certeza que volveré a ser ese personaje idílico que tiene por compañero, noble, amorosa e inocente con sus piiiii, años a cuesta, se da el permiso de salvar nuevamente su descanso. Ya en la casa, dispuesto a dormir, me llaman por teléfono, es Douglas, quien pretende que mañana sea parte de una nueva aventura, llena de ficciones de la oposición y los oficialistas, en un Macondo de objetos inservibles, que pretenden vivir en un país que no están dispuestos a construir y, que ilusamente esperan que los amamanten con las tetas de silicón en afiches del capitalismo que el socialismo añora.
Espero esta vez tomarme más de seis.

 Da Rin
http://pobresymedias.blogspot.com/2014/04/jueves-santo.html

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