Cuando se impone “La Sinrazón” como
relación ciudadana el “Deber Ser” queda omitido, degradado a escalas
inferiores. En fin, sometidos como nos encontramos los habitantes de Venezuela
a circunstancias anómalas, es recomendable evitar alterarse continuamente por
más absurdos que parezcan algunos acontecimientos; el significado de lo
expuesto, no es una invitación a contagiarse del síndrome del avestruz y
transformarse en un ser indiferente a los hechos relacionados con la dinámica
socio-política del país. Puntualizando, se trata de tener conciencia de la
imperiosa necesidad de mantener una actitud alerta, reflexiva, centrada para
minimizar los impactos somáticos de una cadena de casos funestos que nos
conmueven a diario y repercuten en nuestra salud y, por ende, en la calidad de
vida.
Ampliando
la línea de acción del panorama descrito, sin pretender fantasear, surge un
término clave: ARMONÍA,
independientemente que la patética realidad nos dé poco margen para adoptar con
frecuencia esta cualidad mental. Como estrategia, podemos reafirmar que
poseemos las capacidades intrínsecas para crear, sentir y compartir nuestras
melodías; y de una forma u otra desarrollar facultades para filtrar tantas
desarmonías acaecidas en el entorno. Perturbaciones causantes en muchos casos
de pérdida del enfoque, donde la confusión nutre la desesperanza, quebrantando
la existencia. Lo fundamental es mantener el equilibrio para no perder el
juicio.
Cuantías de sombras acechan obstaculizando la irradiación de la luz.
Súbitamente un nuevo amanecer aviva la claridad del
entorno proyectando la conciencia.
El Poeta
que no vino.
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